Flujos metodológicos desde

el Sur latinoamericano.

La zona de la comunicación y las Metodologías Horizontales

Methodology flows from the Latin American South.

The zone of Communication and Horizontal Methodologies

Sarah Corona Berkin1

http://orcid.org/0000-0002-5168-7506

En este artículo, dar vuelta al mapa implica rediseñar las representaciones del poder. Invertir la tradicional visión de los flujos de pensamiento para colocar, de otro modo, la investigación en comunicación y cultura, visibiliza un conjunto de investigaciones que vienen del Sur y que han dado forma a un pensamiento latinoamericano que desarrolla sus propias teorías y metodologías. La historia de los flujos de las teorías latinoamericanas se actualiza en este artículo, con las Metodologías Horizontales como propuesta para construir nuevo conocimiento en comunicación y cultura.

Palabras clave: Metodologías del Sur, comunicación latinoamericana, Metodologías Horizontales.

In this article, turning the map around implies redesigning representations of power. Reversing the traditional vision of flows of thought, situating communication and culture research in another way, brings into view a set of studies coming from the South, giving form to a Latin American thought developing its own theories and methodologies. This article updates the history of Latin American theory flows, based upon Horizontal Methodologies for building new knowledge in Communication and Culture.

Keywords: Methods from the South, Latin American Communication, Horizontal Methodologies.

Hace unos días me topé con una frase que me llamó la atención: “Nothing about us, without us” (Nada sobre nosotros, sin nosotros). Era el título de un libro que se refería al lema utilizado por el movimiento a favor de la vida independiente de las personas con discapacidad en Berkeley, California, en la década de los setenta, quienes protestaban contra las políticas asistencialistas y paternalistas de la época. Interesada en la expresión de su demanda, encontré que fue utilizada públicamente por primera vez en Hungría en el siglo xix al calor de la política exterior de la región centroeuropea que se reconfiguraba. Pero la expresión original en latín: “Nihil de nobis, sine nobis”, va aún más atrás, fue piedra angular en los cambios de gobierno en Europa del siglo xv cuando se transfirió la autoridad del monarca al parlamento, de la autoridad individual a la voz del pueblo.

Narro la anécdota ahora porque detona una serie de preguntas que tienen que ver con lo que hacemos en las universidades en América Latina, con las investigaciones que elaboramos, con las metodologías que empleamos y, sobre todo, con los resultados que alcanzamos. Las metodologías horizontales a las que me refiero en este artículo se relacionan con este enunciado de dos maneras: en su reclamo por incluir la voz del que se habla en lo que se dice sobre él, y segundo, con el contenido político implícito en la consigna, donde todos hablando por sí mismos construyen el conocimiento necesario para la convivencia en el espacio público.

En este apartado presento los flujos metodológicos del Sur durante los años sesenta-setenta como antecedentes de la propuesta de
metodologías horizontales. Mencionaré el impacto de las teorías y metodologías que migraron del norte y las que lo hicieron desde el Sur, ya que unas y otras llegaron con propuestas diferentes, y aunque hoy de forma desigual, tienen influencia en lo que se estudia como comunicación social.

Para Martín-Barbero (1982) había una trampa en la investigación que se hacía en América Latina de esos años, y tenía que ver con que hacer teoría se veía como algo sospechoso:

Desde la derecha, porque hacer teoría es un lujo reservado a los países ricos y lo nuestro es aplicar y consumir. Desde la izquierda, porque los problemas “reales”, la brutalidad y la urgencia de las situaciones no dan derecho ni tiempo al quehacer teórico. Y sin embargo la teoría es uno de los espacios clave de la dependencia … Pero la dependencia no consiste en asumir teorías producidas “fuera”; lo dependiente es la concepción misma de la ciencia, del trabajo científico y su función en la sociedad. Como en otros campos, también aquí lo grave es que sean exógenos no los productos sino las estructuras mismas de producción” (p. 110).

Martín-Barbero se refería a las posturas conservadoras, por llamarlas de alguna manera, que consideran claramente que hacer teoría es para los países del norte. Importantes funcionarios de la comunicación estaban convencidos de que el desarrollo en América Latina vendría con la aplicación de teorías estadounidenses: “Somos pobres para hacer elucubraciones teóricas, como pueden hacer en Europa, … Nosotros somos muy pobres para darnos el lujo de estar buscando teoría tras teoría” (Beltrán en Solís, 2016, p. 59). Aún hoy podemos observar una enorme tendencia a fundamentar los estudios de América Latina en bibliografía exógena.2 Será porque aún se cree que generar una “teoría autóctona” es “problemático de lograr [y que] las mejores aportaciones latinoamericanas en la ciencia social han sido la síntesis creativa de
elementos epistemológicos, teórico-metodológicos y aun técnicos,
de diversa procedencia, con elementos generados localmente...” (Sánchez Ruíz, 2015, p. 6). En este lugar me propongo mostrar el camino teórico que se generó desde el Sur y que la inmovilización en las teorías y metodologías de la comunicación, sucede solo en el terreno de las propuestas “administrativas”. El poder y la ausencia de la crítica controlan los métodos y los resultados de la ciencia “con criterios científicos”, que, realizada siempre con los mismos métodos e hipótesis, generan resultados similares que no solo no actualizan el conocimiento, sino que no responden a nuevos problemas. De acuerdo con Sassen (2010), una de las trampas de la endogeneidad es crear una explicación del fenómeno X que a la vez impide ver la no-X. El conocimiento nuevo es más complejo de lo que nos dan a entender las teorías institucionalizadas desde el norte.

Reflexionar sobre la relación teoría-realidad desde las Metodologías Horizontales me ha llevado a ubicar en la bibliografía los flujos de ideas, teorías, prácticas, métodos, hasta movimientos sociales que impactan en la forma en que pensamos la comunicación en América Latina y en México en particular.

Algunos autores que buscan la institucionalidad del campo se preocupan por su consolidación en torno a un acuerdo sobre la definición del concepto comunicación (Fuentes, 2013; Sánchez Ruiz, 2015;
Vidales, 2013), y esta búsqueda de coherencia se realiza sobre todo en las teorías en boga en el norte pero poco se nutre de la construcción teórica que se genera en América Latina. La segmentación tampoco es un problema, por el contrario, la fragmentación de los campos de estudio no es nuevo; siempre ha habido múltiples vías para pensar los fenómenos humanos y sociales. Gracias a esta diversidad, el conocimiento se ha desarrollado por muchos caminos, algunos más fértiles que otros. Pensar en una época donde la investigación científica fue ordenada, única, monológica, es solo nostalgia por algo que nunca existió. En otras palabras, la diversidad del conocimiento es “más que un déficit, su cualidad distintiva” (Guber, 2001, p. 56).

Pero también encontramos quienes consideran que conforme se desarrolla el campo y se fragmenta, la mayoría de los estudios sociales se emparentan con otras disciplinas (Cornejo, 2007). O bien quienes también reconocen que desde su inicio la comunicación no nació como un campo autónomo sino como un subsistema del funcionamiento social; en otras palabras, que “el campo que Schramm construyó consistió en las sobras de la investigación previa, apareadas con campos desposeídos como el periodismo académico, el drama o el speech” (Durham Peters en Fuentes, 2013, p. 390). De esta manera, gran parte de la investigación en comunicación que se realiza en el mundo tiene conceptos prestados de varias disciplinas y pocas y gastadas palabras propias para nombrar la realidad, o como señala de nuevo Durham Peters: “Nadie cree más en emisores y receptores, canales y mensajes, ruido y redundancia, pero esos términos han llegado a ser parte de la estructura básica del campo, en libros de texto, programas de cursos y revisiones bibliográficas” (Durham Peters, en Fuentes 2013, p. 390). En otras palabras, por repetición, ciertos conceptos han llegado a nombrar el mundo de la comunicación, y todo aquello que no se encasille en esas etiquetas permanece oculto, invisible, irreconocible.

Sin embargo, al navegar en las fronteras de una disciplina (en el sentido fuerte del término disciplina) se dispone de mayores oportunidades para ser creativo (Cornejo & Guerrero, 2011), y producir nuevo conocimiento. Romper el cerco de invisibilidad de las investigaciones en comunicación con carácter más político, crítico, y propio a América Latina, es otra propuesta (De la Peza, 2011). Ubicar mi propia investigación desde las Metodologías Horizontales (Corona Berkin
& Kaltmeier, 2012), me ha llevado a ubicar otros flujos de ideas, teorías, prácticas, métodos, que vienen del Sur y del norte y que impactan en forma diferente lo que pensamos sobre la comunicación.

En este lugar comparto mis notas para crear un mapa de los flujos teórico-metodológicos de los años sesenta y setenta que van del norte al Sur y también los que van del Sur al norte, tratando de mostrar la relevancia de estas últimas teorías y manifestando lo inexacto que es pensar en estas como simples aplicaciones de las primeras o que son investigaciones empíricas que alimentan la investigación que se concibe en el norte. De esta manera el repaso histórico en estos “mapas de flujos” son relevantes en la investigación en comunicación actual, que tiene como reto entender las composiciones sociales y sus referentes comunicativos en el Sur latinoamericano en un nuevo contexto de violencia, dependencia, configuraciones políticas excluidas, sectores marginados, diversidad cultural, etc. En los mapas del Sur me detendré con más cuidado en busca del impacto y su influencia en lo que llamo Metodologías Horizontales.

Una aclaración más: en las rutas de los flujos utilizo la proyección del mundo de Peters y no la más conocida de Mercator, ya que la primera deforma menos las escalas y representa de manera más cercana la
realidad geográfica. La proyección Peters corrige matemáticamente
la distorsión de las latitudes del norte, mientras la Mercator exagera el tamaño de las tierras del norte. Esta representación, aún utilizada en los programas de educación básica y libros de texto en América Latina, magnifica a Europa y Norteamérica y en la desproporción promueve una concepción del mundo eurocéntrica y occidental. De esta manera, al acercarse más a la representación real, en Peters podemos observar que el norte es en realidad más pequeño, por lo que de aquí en adelante y en coherencia con este mapa y nuestro objetivo de visibilizar la investigación del Sur, llamaremos “el pequeño norte” cuando el flujo se desprende desde allí, y hablaremos del Sur o de América Latina al referirnos al continente americano del Río Bravo a Tierra del Fuego.

Los mapas del pequeño norte al Sur, y

del Sur al pequeño norte

Parto de ciertos lugares geográficos que mostraron una producción excepcional en la investigación en comunicación, pero esto no significa que no se ha trabajado creativamente en otros lugares del pequeño norte y del Sur, pero precisamente por no estar alineados a la investigación hegemónica, no se encuentran en la bibliografía que he podido consultar. Uno de los pendientes actuales es buscar esas investigaciones sin presupuesto ni publicidad que impactaron en el conocimiento que generó mejores condiciones para la convivencia social.

Si bien el título manifiesta que la prioridad se dará a la investigación en comunicación, las referencias y discusiones que a continuación se expondrán tienen que ver en gran medida con la sociología, ya que la comunicación empezó siendo un área de reflexión del campo social. En el recorrido reconozco los nombres de quienes participaron como agentes de la migración teórica del pequeño norte al Sur y posteriormente del Sur al pequeño norte. Esta no pretende ser una historia de personas sino de los flujos de las ideas colectivas y los portadores no son “autores”, en el sentido que Foucault da a la producción intelectual que nunca es individual, pero los nombres de personas nos ayudan a establecer los caminos que siguieron los modelos teóricos de una zona a otra.
En los mapas se mencionan los conceptos o etiquetas que se utilizaron para reconocer en cada caso los fenómenos sociales de la comunicación; los objetivos de los centros de propagación de la investigación, ya sean agrupaciones institucionalizadas o asociaciones coyunturales; las técnicas metodológicas empleadas, y los guiños teóricos en cada lugar. En un segundo momento, con el objetivo de inscribir esta propuesta teórico-metodológica en la genealogía de la investigación social que optó por pensar de forma distinta la comunicación frente a las maneras acríticas del pequeño norte, presento, de manera comparativa, tres formas de hacer investigación en ciencias sociales y culturales heredadas de los mapas del pequeño norte y del Sur: la ciencia con “criterios científicos”, la investigación-acción y las Metodologías Horizontales.
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Flujos del pequeño norte al Sur

Hemos visto el flujo teórico-metodológico en la investigación en comunicación que se dio en los años sesenta y setenta en el continente americano y que se desarrolla en dos grandes perspectivas: el enfoque estructural funcionalista acompañado de técnicas cuantitativas de recolección y medición de datos empíricos que seguían los criterios científicos sobre todo en Estados Unidos y se preocupaban por aspectos sociales del desarrollo y la modernización. El segundo fue el modelo crítico ligado al marxismo académico y al marxismo estructuralista de Althusser y Poulantzas. Aquí el tema predominante fue el capitalismo dependiente y las vías al socialismo, así como la emergencia de las clases sociales populares. Un tercer modelo que no se identifica exclusivamente con los dos anteriores fue denominado histórico-estructural. Por otro lado, el tema de la transformación social motivó una refundación de la investigación de campo y se desarrollaron campos temáticos como cultura, comunicación y la praxis social.

Los contextos históricos tuvieron un impacto en el desarrollo de la investigación y se desarrolló de forma diferente en cada país, por lo que interesa rastrear las particularidades y la vinculación de la reflexión teórica con el trabajo de campo, el objetivo de la especialización de los investigadores (para la docencia, la investigación, para el trabajo aplicado), la demanda de los resultados desde el Estado, la trayectoria de las instituciones internacionales (unesco, Fundación Ford), asociaciones y reuniones nacionales e internacionales, etc.

Adoptar las teorías del pequeño norte se ve como receta para el desarrollo y el progreso. La atracción ejercida por los modelos de desarrollo llamados en la época “economía central planificada”, y el lanzamiento por Estados Unidos de la Alianza para el progreso, impactaron la investigación con objetivos marcados desde las agencias para el desarrollo, como el desarrollo rural, la capacitación para el campo, la promoción de salud e higiene, la planificación familiar. Sin embargo, los conceptos y modelos de comunicación importados de Estados Unidos tenían otros objetivos originarios: fortalecer con investigación tecnológica su propio sistema en tiempos de guerra, y en tiempos de paz interesaba la investigación para ampliar su mercado. Reproducir esos modelos en América Latina en contexto de subordinación teórica, solo ayudó a prolongar la situación de dependencia que en muchos casos aún se replica en los programas de las escuelas de comunicación.

Las teorías estadounidenses llegan a partir de los años cincuenta de la mano de estudiantes y funcionarios de universidades estadounidenses y canadienses y de las agencias de cooperación internacional que ofrecen todo tipo de becas para estudiar en Estados Unidos. Por otro lado, la investigación latinoamericana del Sur, está ligada al éxodo y a la migración de intelectuales del Sur a México en los años setenta, que huían de las dictaduras militares. Este hecho marcó el camino crítico de muchas investigaciones que desafiaron la hegemonía científica del funcionalismo norteamericano de los años sesenta.

Hacia los años setenta, se adiestra a los alumnos en las universidades de acuerdo a las propuestas y la formación ofrecida por ciespal:

Para medir la realidad latinoamericana con: encuestas de opinión, medición de actitudes, comportamientos de comunidades rurales, influencia de la televisión en los estudiantes, actitud de las masas frente al acontecer internacional, dominación de conductas anómicas como el alcoholismo, la delincuencia, las actitudes políticas contestatarias (Villagrán en Jiménez, 1984, p. 66).

La propuesta de ciespal fue criticada por promover modelos tradicionales para formar mano de obra para el mercado y fortalecer las formas imperantes de los mmc.

Flujos del Sur al pequeño norte

Dar vuelta al mapa implica rediseñar las representaciones del poder. Invertir la tradicional visión del mundo y los flujos de pensamiento para colocarlos de otro modo, esta vez del Sur al pequeño norte, visibiliza
un conjunto de investigaciones que han dado forma a un pensamiento latinoamericano que desarrolla sus propias teorías y metodologías. Queda claro que estas teorías y metodologías se alimentan de lo mejor del pensamiento humano, pero como afirma Martín-Barbero: “Latinoamérica no es un mero-objeto-de-estudio sino el-lugar-desde-el-que-pienso” (Comunicación personal)
. En pocas palabras, el pensamiento latinoamericano es una forma de conocer, que toma en cuenta el flujo de modelos de otras partes del mundo, pero que puestos en práctica en contextos políticos, económicos y sociales de América Latina, y a la luz de nuestras realidades sociales, no siempre explican el hecho social. Pensar América Latina desde el Sur latinoamericano, significa producir teorías y metodologías que permiten comprender esta realidad.

Hay tres conceptos presentes en este mapa: Crítica al imperialismo: La subversión como reconstructora de la sociedad, la liberación de la dominación política, económica e ideológica de los países capitalistas desarrollados. Comunicación y el desarrollo. La Teoría de la Dependencia: se gesta en el Sur aporta términos para pensar la comunicación desde su relación con el pequeño norte, donde dominación y colonialidad se leen por primera vez en términos de relación de dominación y no de situación de subdesarrollo. Comunicación popular se define como:

Una opción metodológica que posibilita la integración verdadera de la gente y los investigadores, para conocer y transformar su realidad y así lograr su liberación … Lograr entender que el desarrollo auténtico es un proceso endógeno de la propia gente (de los grupos de base), ya que es a ellos a quienes les corresponde conducirlo, y en donde la investigación participativa adquiere su importancia, como un medio o instrumento viable para promoverla
(Vejarano, 1983, p. 9).

En este contexto, se buscaba superar el modelo estadounidense con que se estudiaba la comunicación hasta entonces. Contra la preocupación de los efectos de pasividad y violencia propios de los modelos heredados y sus aplicaciones latinoamericanas, la nueva investigación denunciaba el capital ideológico y la situación de dependencia.

Se observa un cuadro particular destinado a los aportes de las mujeres investigadoras del Sur por la importancia que tienen sus perspectivas particulares para pensar en la dependencia y la dominación desde la agencia del consumidor, y que las distinguieron de las propuestas que se hacían en ese momento.

Merece destacarse el papel de la iglesia, sobre todo de los jesuitas, en la fundación de escuelas de comunicación en Brasil, Chile, Argentina y México (Trindade, 2007). La expresión de la iglesia postconciliar y la teología de la liberación son procesos que dieron un contexto muy particular a la investigación en comunicación y su relación con la política.

Otra propuesta importante en las teorías del Sur fue su permanente discusión y crítica entre instituciones y posiciones latinoamericanas diversas. La discusión teórica latinoamericana (y su particularidad comunicativa) en los años setenta se dio en las revistas Sociedad y Desarrollo (ceso en Chile); Sociedad y Política (Quijano en Perú); Cuadernos de la Realidad Nacional (ceren en Chile); Comunicación y Cultura (Mattelart y Schmucler en Chile, Argentina y México); Arte, Sociedad e Ideología (en México), y Chasqui (unesco-ciespal en Ecuador), esta última, una revista de periodismo, difusora de las experiencias latinoamericanas. El contexto del debate teórico para la generación de las preguntas sobre la comunicación eran la ideología, el imperialismo, el capitalismo, la dependencia, frente al contexto funcionalista que provenía del pequeño norte, donde se invisibilizaban las formas diversas del conocimiento social.

De estos mapas nos surge la pregunta ¿Qué perdimos al invisibilizar las discusiones teóricas en torno a la comunicación generadas en América Latina? Las respuestas son múltiples y requieren de contestaciones particulares en cada caso. Sin embargo, podemos adelantar que al reducir la comunicación a modelos y oponer la investigación con “criterios científicos” a los llamados ensayos, se privilegió el conocimiento normalizado del pequeño norte. El género ensayo, de larga tradición latinoamericana, posee la virtud de exponer el análisis de lo social de forma diversa, ya que no se basa en modelos homogéneos. Los ensayos proveen de nuevas “palabras” para pensar, frente a las etiquetas determinadas
por las teorías con pretensiones universales. El panorama amplio que toma en cuenta las culturas, los modelos de gobierno, las ideologías, la crítica a la tecnología, las razones de los otros, los lenguajes que definen la comunicación, etc., son pocas veces considerados en la investigación actual, que generalmente es prolongación de la investigación normalizada desde el pequeño norte. En el flujo que acaba con la diversidad, también debilitamos la identidad propia, el pensamiento crítico, las nuevas ideas, y la capacidad de resistir; como sucede con las lenguas: cuando una se pierde, se pierde una forma de conocer el mundo.

Si bien la lucha académica latinoamericana fue desplazada a los organismos oficiales internacionales como ciespal y las organizaciones privadas de medios se opusieron a la crítica y al nomic, perduró lo aprendido desde el Sur: con diferentes planteamientos, hoy los estudios postcoloniales hablan de subalternidad y de la lucha por construir una visión propia en situación de colonización.4 Con insistencia en uno u otro aspecto, la discusión teórica marxista y gramsciana impactó en varias trincheras. Algunos profesores y alumnos formados en esta línea siguieron otros caminos para producir cambios sociales, se unieron a sindicatos y a Organizaciones no Gubernamentales y produjeron formas de comunicación alternativas con nuevas perspectivas artísticas, culturales y políticas. Es de resaltar un caso por su impacto en la política indígena en México y sus ecos internacionales: el Movimiento Zapatista de Liberación Nacional. El Frente de Liberación Nacional, fundado en 1974 y su llegada a la selva mexicana en 1984, hacen resonancia de los discursos que circulaban en esa época, denunciando la lucha por imponer una sola visión del mundo. El levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional el primero de enero de 1994 dio visibilidad a los movimientos indígenas y es otra muestra de una línea continua que propone una lucha por la propia visión del mundo. De esta genealogía teórica se desprenden las Metodologías Horizontales. La herencia de la investigación que se hizo en el Sur, que a su vez estaba influida en las teorías sobre el lenguaje y el marxismo gramsciano y la Escuela de Frankfurt, generó una postura donde la alteridad debe ser incluida en la investigación social, para problematizar la visibilidad única, monolítica, hegemónica y construir nuevo conocimiento en ciencias sociales y culturales. Desde aquí, las Metodologías Horizontales encuentran puntos de partida para encontrar modelos diferentes de pensar y generar conocimiento para vivir el espacio público.

En otras palabras, frente a las posturas que piensan que no hay nuevas teorías porque “estamos en presencia de sociedades que no parecieran tener un problema central a partir de la cual construir un modelo” (Trindade, 2007, p. 52), nosotros encontramos que ese problema central existe y es la convivencia política de todos los otros que todos somos, y que de forma irrefrenable pierde foco y se resuelve con gobiernos represivos, arbitrarios y autoritarios. El modelo al cual nos referimos es el de las Metodologías Horizontales, que, resumido esquemáticamente a continuación, es una práctica investigativa para construir nuevo conocimiento a partir de la equidad discursiva, que en el proceso construye la autonomía de las voces que requiere la convivencia social.

Queda por destacar que toda metodología se desprende de una construcción epistemológica. Las Metodologías Horizontales no son excepción. Si bien sabemos que la verdad en singular es mentira, la objetividad imposible, y la relación investigador/investigado es de dominación, es dificil encontrar investigaciones que formulen nuevos caminos epistemológicos. Lo que se presenta a continuación no es una técnica de investigación, es un método que implica una teoría del conocimiento, de las condiciones y modalidades de construcción del conocimiento que siempre son dialógicas; no trata de la reflexividad ni de la colaboración, sino que desde la horizontalidad, se abren puertas a nuevos conocimientos.

Las Metodologías Horizontales

En este cuadro comparativo de siete categorías se distinguen las tres principales perspectivas teórico-metodológicas para investigar la
comunicación y que hoy son vigentes.
5 Se muestran las diferencias entre la perspectiva de los criterios científicos (cc) en la investigación elaborada por el National Research Council (nrc) de Estados Unidos, aquellos que definen la investigación colaborativa-participativa en práctica en ese país y América Latina, y finalmente la descripción general de la investigación horizontal que hemos venido trabajando con colegas latinoamericanos y alemanes (Corona Berkin & Kaltmeier, 2012). La fuente de las primeras seis categorías y dos columnas, se basa en el nrc (De Ibarrola & Anderson, 2014) allí agrego la tercera columna que se refiere a Metodologías Horizontales. La séptima categoría, la Validación, es de elaboración propia y se refiere a las normas que en cada una de las formas de investigación definen los resultados como rigurosamente científicos. Como objeto central de este inciso, comparo las Metodologías Horizontales con las otras formas metodológicas de aproximación a los fenómenos comunicativos.

1. Las preguntas

Las preguntas en la perspectiva horizontal no responden a las necesidades previamente construidas por un investigador, sino que se construyen en conjunto entre el investigador y el investigador par (a diferencia del nombrado “informante” o “sujeto de estudio”), identificando en la praxis lo que ambos consideran central y necesario conocer, a partir de lo que ambos conocen.6

No se trata aquí del derecho a la palabra que tienen todos los ciudadanos en el espacio público al enfrentarse a una serie de interacciones con actores y grupos sociales cada vez más complejos y diversos para llegar a acuerdos dentro de marcos de respeto y comprensión de los participantes. En el caso de la investigación con Metodologías Horizontales, lograr una interacción generadora de nuevo conocimiento implica dialogar de forma horizontal con el par investigador, con el objeto de crear juntos un nuevo discurso explicativo del fenómeno social. En el espacio público solo existimos en la comunicación con el otro y se parte de que sin “palabras” que nos nombren, no tenemos lugar de existencia –o bien son etiquetas que jerarquizan y dominan–. Este hecho obliga al investigador en comunicación a dialogar con el par investigador para que el conocimiento de ambos y la ignorancia de ambos, existan. Cuando

se emprende la investigación
con el otro y no sobre el otro, la pregunta del investigador académico se renueva, se acuerda, se modifica, se construye con el par investigador.

2. Teoría y Marco conceptual

La propuesta de Metodologías Horizontales se basa en que la teoría y la práctica son parte de un mismo proceso y que no necesariamente los conceptos teóricos anteceden a la práctica y determinan su contenido. Es revelador que sea un principio del eurocentrismo científico el que la teoría sea concebida como abstracción separada de los datos y que el saber científico sea incompatible con la producción de conocimiento desde los fenómenos cotidianos y tradicionales no occidentales. El separar la teoría de la praxis no solo acarrea la dificultad de encarar nuevos desafíos políticos al no teorizar sobre la práctica, sino que también desvaloriza otro conocimiento al momento de distinguir qué es ciencia y qué no lo es, y suscita jerarquías entre uno legítimo “que sabe”, y otro “que no sabe” y solo actúa. La investigación en Metodologías Horizontales es considerada como expresión de la vinculación entre las teorías y las prácticas del investigador y el investigador par.

3. Metodologías y procedimientos

Con el objetivo de plantear las metodologías y las técnicas para la investigación horizontal, he ido construyendo algunos términos, entre ellos: la autonomía de la propia mirada, el conflicto generador y la igualdad discursiva.7

La autonomía de la propia mirada. Argumento que para conocer al otro como desea él mismo ser conocido, no es el problema de “haber estado allí” el tiempo suficiente para conocerlo, ni tampoco concebir preguntas adecuadas y menos aún ocultar “las verdaderas intenciones” del investigador. La autonomía de la propia mirada tiene que ver con el hecho dialógico que se produce entre los investigadores, donde el oyente y el hablante toman turnos y traducen lo propio y lo ajeno para construir

conocimiento propio y sobre el otro. En este sentido, nadie entra a la in-
vestigación con una autonomía anterior, esencial, originaria, sino que investigador e investigador par se reconocen por la mirada que el otro, en una situación horizontal, le devuelve.

El conflicto generador. Toda investigación social implica un conflicto, pero este, me queda claro, puede estar al servicio de un proyecto civilizatorio, o bien a partir de Metodologías Horizontales, alcanzar a la autonomía de la propia mirada. Argumento que la demanda y la intervención son las condiciones para crear lazos de reciprocidad y horizontalidad. Primeramente, el universo normado previamente a la llegada del investigador y que se imagina “contaminable”, es un universo que se piensa con historias y rituales originarios e inalterados. Por el contrario, en mi perspectiva, las culturas no son puras ni están definidas de una vez por todas en una especie de esencia original. Sus historias son siempre dinámicas. En la investigación horizontal no hay epistemologías indígenas puras, ni el objetivo es dar voz a un saber “auténtico” indígena, sino, a partir de mi intervención, como un conflicto generador, busco fundar oportunidades de igualdad discursiva para que cada quien se exhiba como desea hacerlo. Este proceso lo llamo “conflicto generador”.

La intervención como conflicto generador es política y tiene que ver con poner a prueba el vínculo horizontal y permitir que se expresen las propias necesidades y las ajenas, se enfrenten los conflictos y se encuentren formas nuevas y negociadas de investigar.

Igualdad discursiva. Ahora bien, a partir del conflicto generador, ¿cómo se instaura la igualdad? La igualdad es asunto central para imaginar Metodologías Horizontales. No en vano la igualdad se piensa desde múltiples perspectivas como meta para la perfecta vida en común. Es claro que a las Metodologías Horizontales no interesa la igualdad que desvanece o calla las diferencias, y más bien se considera que
la igualdad es condición para expresarlas. En la propuesta metodológica de Metodologías Horizontales, desde un vínculo creado a partir de la exposición explícita de los objetivos y necesidades de los involucrados, aparece una posibilidad de que mi intervención tenga como resultado la autonomía de las propias voces.

4. Análisis e interpretación

La horizontalidad implica que en el diálogo participan dos o más sujetos a partir de su propia palabra y su propia razón. A este respecto, Bajtín (2003) observa que la función del otro es social precisamente porque el sujeto es un fenómeno dialógico en el que el otro es parte constitutiva del ser; en Metodologías Horizontales el investigador par es constitutivo del investigador académico.

Cuando uno se construye frente al otro, se pone en cuestión la posibilidad de conocer al otro sin su propia participación. En esta perspectiva, lo que se puede conocer es solo lo que el otro desea que sea conocido durante el encuentro investigativo. Por ello la importancia de construir situaciones horizontales donde el análisis y la interpretación dialógica no excluyen las contradicciones que se generan a cada paso, sino que son el insumo para crear nuevo conocimiento.

5. Publicación y crítica

La autoría es parte del mismo proceso investigativo.8 La construcción misma del objeto estudiado, sus métodos, conceptos, técnicas, etc., son generalmente autoría del investigador. Es él quien elige construir desde sus conceptos teóricos o desde su experiencia empírica la forma en que realizará la investigación. El investigador se vuelve posteriormente un traductor y un productor de explicaciones, ya que se parte de que las narraciones del otro son representaciones que no hablan por sí mismas y de que la interpretación es inevitable para construir conocimiento.

Frente a esta práctica, la autoría en Metodologías Horizontales supone igualdad discursiva desde el momento de construir el propósito del estudio. Conceptos y técnicas de allí se desprenden. El conflicto generador provoca el diálogo que produce la investigación conjunta. En el encuentro, al aproximarse al mundo del otro al mismo tiempo que los otros se inscriben en la esfera de sentido del investigador, se construye la comunicación entre ambos. La autoría de la investigación empieza así a realizarse a varias voces. Los objetivos, las metas y las técnicas, se negocian.

El género para escribir “entre voces” no existe como tal, sin embargo, sin estar resuelto, se va formulando entre el diseño editorial, los textos múltiples que se producen en el proceso de la investigación horizontal y el diálogo con otros materiales como las fotografías, los mapas, los dibujos, las cartas. La forma, el contenido y las características horizontales del proceso determinan lo que dice el producto terminado.

6. Reproducción

Si bien me interesa la expresión de las voces de todos los involucrados en el proceso de investigación, reconozco que no hay un solo discurso sobre la visión del mundo; lo hay por familias, por generaciones, por ideologías, cada quién ofrece otra respuesta, pero también poseen una respuesta propia y una voz de la comunidad. El producto de las Metodologías Horizontales no pretende ser uno y homogéneo, ni siquiera uno solo híbrido, sino múltiple e historizado, donde se observe que la voz de uno es siempre determinada por la voz del otro.

La investigación debe considerar todos los eslabones posibles para crear conocimiento sobre el cómo vivir mejor en comunidad, conectarlos en un plano horizontal y abandonando toda pretensión universalizante y de poseer la verdad, aceptar que es falible y provisional. Debido a su complejidad cuantitativa y cualitativa, el hecho social solo puede ser abordado desde su carácter contextual que implica la participación de los involucrados en términos de igualdad discursiva. De esta manera nos separamos de las propuestas teórico-metodológicas que pretenden generar entendimiento universal.

7. Validación

La categoría “validación” no está contemplada por el cuadro original del nrc ya que desde sus criterios, la ciencia realizada con “criterios científicos” no necesita de validación. Sin embargo, considero que su ausencia implica tres trampas que en este inciso se pueden discutir.

Toda metodología propone reglas de producción de verdad que establecen una relación entre la evidencia empírica y la construcción de conocimiento. Las diversas metodologías, aunque puedan parecer en un principio inocentes e intenten presentarse como simples instrumentos para la objetividad, tienen consecuencias epistemológicas, prácticas y políticas. Es una tarea imposible diferenciar del todo estos tres planos ín-
timamente relacionados en la investigación, pero con fines expositivos hablaré de estas tres categorías por separado para identificar las trampas epistemológicas, prácticas y políticas desde la investigación horizontal.

Trampas epistemológicas. Sabemos que las fronteras disciplinarias defienden el tipo de evidencias que le pertenecen a cada disciplina. Después de todo, se piensa muchas veces, un académico no puede ser experto en todas las áreas y por ello debe ceñirse a ciertos aspectos del fenómeno que su disciplina le ordena.

Argumentos como este son una manera de evadir la verdad incómoda de que si se quiere comprender verdaderamente el fenómeno social, se deben incluir múltiples voces en diálogo sobre un mismo tema. No es cuestión de discutir con grandes teorías sino interrogarlas y transformarlas con los aportes de otras racionalidades. De no ser así, la sociedad se encontrará con la repetición de los mismos problemas que se han descrito en numerosas investigaciones.

Cuando voces muy distintas a las de las ciencias con “criterios científicos” hablan con las mismas pretensiones de verdad e igualdad, las ciencias sociales con frecuencia no tienen un lugar para acomodarlas. Frente a la trampa epistemológica de la ciencia occidental, el conocimiento que propongo con Metodologías Horizontales se valida de otras formas que bajo criterios de objetividad. Propongo como criterios la igualdad discursiva y la autoría con los otros, planteados más arriba en el inciso pertinente a la protocolarización de las metodologías y procedimientos.

La aproximación epistemológica de la investigación determina la posibilidad de producir nuevo conocimiento o repetir el ya acreditado. La epistemología no se reduce a la reflexión sobre el conocimiento acumulado, sino también sobre el proceso mismo de su producción. Tener en cuenta que las metodologías no son inocentes y que pueden llegar a ser una forma de eclipsar lo diferente, es una exigencia de la investigación horizontal.

Trampa de la práctica investigativa. Para las ciencias sociales el hecho de que el ser humano es el sujeto y el objeto de la investigación a la vez, es uno de los problemas centrales de este quehacer científico. La trampa práctica es creer que hay maneras en que se puede conocer al otro sin su participación.

Las ciencias sociales, controladas por las instituciones académicas, parten del supuesto de que crear distancia entre investigador e investigado es un requisito indispensable para conocer científicamente. Como respuesta, los manuales de investigación en ciencias sociales están colmados de recetas para lograr la distancia y prevenir la contaminación de la producción científica con la subjetividad del investigador.

Mi propuesta, por el contrario, es que al introducir y aceptar como punto de partida la naturaleza social de los sujetos, donde cada uno siempre se construye frente al otro, nos comprometemos con el postulado de que no se puede conocer al otro sin su propia participación. Desde nuestra perspectiva, lo que se puede conocer es solo lo que el otro desea que sea conocido. Por ello la importancia de construir situaciones horizontales durante la investigación, donde ambas voces se expongan en un contexto discursivo equitativo.

En las ciencias sociales con relación al sujeto que conoce (el científico social) y el objeto de conocimiento (la realidad social), podemos referirnos a lo que sostiene Giménez (2004):

La propiedad deíctica de los hechos sociales también entraña consecuencias importantes para el régimen de la prueba, es decir, de la validación empírica. En efecto, si en las ciencias sociales no podemos recurrir a la inducción empírica, ni a la verificación experimental, ni a la contrastación popperiana en sentido estricto, solo nos queda la prueba por la ejemplificación. Pero esto no quiere decir que basta con amontonar constataciones empíricas amorfas y dispersas, de valor probatorio nulo. Se trata aquí de ejemplificaciones sistemáticas y programadas, bajo estándares elevados de protocolarización (lo cual implica métodos rigurosos de recolección, construcción y tratamiento de datos) (p. 271).

En Metodologías Horizontales, el rigor significa considerar al otro involucrado en términos de igualdad discursiva en la construcción de preguntas y de datos, así como durante su análisis y autoría final.

Giménez (2004) continúa su discusión en torno a la imposibilidad de que exista una sola teoría general de la sociedad debido a que resulta inabarcable desde una sola perspectiva teórica-metodológica:

Uno de los hechos más sorprendentes en la revisión contemporánea de la epistemología de las ciencias sociales ha sido, precisamente, la valorización de los estudios de caso y, en consecuencia, los trabajos de campo, tan devaluados por la concepción positivista-nomológica de la ciencia, que solo reconoce como científicas las investigaciones basadas en amplios muestreos de poblaciones de gran tamaño. No es casual que el connotado epistemólogo escandinavo Bent Flyvbjer haya dedicado un capítulo especial al “poder del ejemplo” en su estimulante libro Making Social Science Matter (p. 271). 

Trampas políticas. La faceta política de la investigación tiene que ver con la horizontalidad del proceso: o bien se distingue formalmente a los “investigadores” y a los “investigados” –estos últimos considerados no aptos para construir conocimiento científico– o como lo propongo, se esboza un camino hacia el conocimiento mutuo donde ambos son constructores de saber. La trampa política de la investigación impone reglas legítimas de operación que dejan fuera saberes considerados ordinarios, excéntricos o incompatibles con el propio marco de referencia.

Por otro lado, cuando se instaura la igualdad entre todos los participantes del proceso de la investigación emergen riesgos, y el desenlace no se puede predecir desde el comienzo. En las Metodologías Horizontales, como en el espacio público, para poder tejer diferentes y nuevas relaciones entre las personas, se tiene que renunciar a un destino final pronosticado desde el inicio. Lo que constituye un verdadero espacio investigativo, a diferencia del “protocolo de investigación” ordinario que prevé los resultados porque los construye a través de caminos antes transitados, es que el nuevo conocimiento intercultural es conflictivo, extraño, desconocido, imprevisible.

Se impone una reflexión final sobre la validación política de los métodos de investigación: es imprescindible que estos sean transparentes y sobre todo que tengan como efecto algún tipo de provecho para ambas partes. Uno de los efectos de la investigación, no colateral sino esencial, debe ser que a través de la práctica investigativa horizontal se promuevan las miradas autónomas de todos los participantes.

Un final provisional

En los mapas de los flujos del pequeño norte al Sur y del Sur al pequeño norte, hemos observado el pensamiento latinoamericano de los años sesenta-setenta en torno a la investigación en comunicación, sin embargo, ni del pequeño norte ni del Sur llegan teorías puras, están hechas de retazos que se aplican cuando migran de una necesidad a otra.

He presentado estos flujos como los antecedentes de las Metodologías Horizontales para subrayar la razón política en la decisión de investigar no al otro sino con el otro. Reflexionamos sobre las formas de
investigar al otro desde la comunicación con los llamados criterios
de calidad científica, que han erosionado el ámbito moral del conocimiento del otro y hoy queda claro que tampoco logran los resultados esperados de esas metodologías supuestamente generalizables. Permanecen también las investigaciones desde la colaboración y la participación, donde acercarse al otro para identificar sus necesidades y lo que el otro quiere, orienta el trabajo de investigación. Mientras el valor
de la ciencia con criterios científicos es ser fiel a sí mismo y a sus técnicas, la investigación-acción se piensa con generosidad como una obligación con su campo de estudio y con el otro.

Pero también existen las Metodologías Horizontales que consisten en construir asuntos comunes de investigación incorporando los principios de igualdad y los ideales de autonomía y emancipación. En Metodologías Horizontales planteamos trabajar a partir de los conflictos generadores de la convivencia y construir la autonomía de las voces y miradas, para crear un nuevo saber con el otro para que la virtud científica se transforme en un instrumento político para crear en el espacio público un mejor lugar para todos.

Los mapas que he presentado como antecedente son un proyecto para la investigación horizontal, deben ser ampliados, los detalles desarrollados, las relaciones profundas desentrañadas, la visibilidad de todas las teorías acentuada, aquellas más antiguas que piensan la madre tierra tomadas en cuenta, en otras palabras, el “territorio académico” descubierto entre muchos para que cada uno ejerza su derecho a ser visto.

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1 Universidad de Guadalajara, México.

Correo electrónico: corona.berkin@gmail.com

Fecha de recepción: 12/05/17. Aceptación: 13/07/17.

2 Pooley y Park (2014) estudian un corpus de 1 600 trabajos publicados que expresaron explícitamente ser trabajos históricos sobre la investigación en comunicación. A partir de un análisis geográfico, los autores encontraron que: la bibliografía empleada en estos textos provenía de Estados Unidos y el Reino Unido en más de la mitad de las veces (55% o 906 entradas), mientras la bibliografía proveniente de países del Sur global fue de 4% o 65 entradas. En cuanto a individuos prominentes, 75% fueron de afiliación estadounidense. Combinados con europeos occidentales sumaron un 95%. Solo cuatro nombres del resto del mundo fueron sustancialmente tratados: Fanon, Ludovico Silva, Martín-Barbero y García-Canclini.

3 Parto de la comparación como ejercicio básico para la actividad cognoscitiva. Este modelo fue utilizado desde el siglo xix en la búsqueda para definir modelos políticos propios para América Latina. El retorno a la comparación se da en la segunda mitad del siglo xx en el avance de la institucionalización de las Ciencias Sociales en busca de mejor entendimiento a problemas propios de modernización y dependencia. Es en la comparación donde podemos ver que el quehacer científico no se reduce a una relación donde el centro determina lo que ocurre en la periferia (Cardoso & Faletto, 1987), y en nuestro caso, que el “pequeño norte” tampoco determina todo lo que se piensa en el Sur.

4 Se descubrieron “las obras de Antonio Gramsci en los años setenta, obras que se tradujeron y se difundieron rápidamente en nuestro país al calor de la atmósfera marxista que impregnaba entonces el campo de las ciencias sociales. Pero la figura de Gramsci nos llega filtrada, en gran parte, por medio de la demología italiana, cuyo jefe de fila, Alberto M. Cirese, fue indiscutiblemente el impulsor y catalizador inicial de los estudios culturales en nuestro país. Su primer seminario sobre las culturas populares en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas), en julio de 1979, bajo el patrocinio de su entonces director Guillermo Bonfil, y el seminario subsiguiente que impartió sobre el mismo tema en la uam-Xochimilco, en agosto de 1981, pueden considerarse como hitos importantes en el desarrollo de los estudios culturales en México” (Giménez, 2004, pp. 121-122).

5 Con relación a la comunidad científica, Popper considera que reproducir una sola forma de entender el hecho, atenta contra el conocimiento científico: “la objetividad de la ciencia no es asunto individual de los diversos científicos, sino el asunto social de su crítica recíproca, de la amistosa-enemiga división del trabajo de los científicos, de su trabajo en equipo y también de su trabajo por caminos diferentes e incluso opuestos entre sí” (Popper, 2008, p. 25).

6 “El conocimiento no comienza con percepciones u observaciones o con la recopilación de datos o de hechos, sino con problemas. No hay conocimiento sin problemas –pero tampoco hay ningún problema sin conocimiento … este comienza con la tensión entre saber y no saber, entre conocimiento e ignorancia: ningún problema sin conocimiento-ningún problema sin ignorancia” (Popper, 2008, p. 13).

7 Términos desarrollados en Corona Berkin y Kaltmeier (2012, pp. 91-97).

8 En otro lugar se desarrolla la forma de la escritura dialógica para crear un conocimiento nuevo “entre voces”, en el campo de la educación (Corona, 2007, 2016).